inefable

Eres para mí un azul diamante, de color sereno y veteado. Podría elegirte si del mundo fueras, pero si allá fuera hay algún mundo no dudaría que a la mano de una diosa pertenecieras y que los brillos de sus ojos en ti guardaras. Azul por tu sonrisa, sereno por tu estampa esbelta, veteado cual los cabellos con que los ángeles del aire juguetean. ¡Ay, si fueras de este mundo!: secaríanseme las lágrimas para no llorar más de las nubes de los grises pensamientos. Pero sé que no he de poseerte, así que no seas de este mundo, pues sólo tocarte sintiendo tus dorados resplandores básteme para asomar mi corazón al cielo y así mi sol en mí se mezcle conformando con vos un mundo de azul celeste y de rojo infierno. Pues ya sé donde estás, mi azul diamante, que no es tu anillo para adornar un dedo, aunque corazón sea, sino que eres el eterno brillo de amor, olvidado sólo por mi amante y no amado miedo, ese eterno brillo que navega en las profundas simas oscuras del corazón, allá donde sólo alcanzan los niños, llevados por sus sueños...



1.4.11

Tú, Silencio, que callas y cantas,
aunque ahora que hablo no estés conmigo,
eres para mí como ese grito infinito
que no necesita del consuelo del aire,
que clama mudez ahogado en un
inmenso vacío de secretos.

Has de ser tú como esa única palabra
que entre un millón no existiría,
o que existiendo en un millón de lugares
se hallara velada y escondida.

Tus manos, Silencio…
tus manos han de ser como un destino
que todo lo agarra dulcemente, sin decir nada,
y que nada más que sosiego y quietud ofrece.

Tu mirada, Silencio…
tu mirada… diría yo…
ha de ser tan pura como ese primer beso
que un alba le da a un mundo,
tan tierna como los arrullos del crepúsculo
al sol que pronto dormirá.

Y tu voz, Silencio,
tu voz ha de ser tan semejante
a esos plácidos versos de plata cantados por la luna
que en las noches yo enmudezco en deseos de escucharla.

Tu dolor, Silencio…
¡tu dolor ha de romperte tan cruelmente
como una piedra quebranta un cristal puro
y lo inunda de grietas y lamentos!

¡Y tu belleza, Silencio…!
tu belleza...
ha de ser como la de esa mirada
que se eleva desde un alma al cielo
buscando al Amor o a los astros,
o como ese rezo indeleble que la Naturaleza
dedica inmortal al mundo,
que atraviesa las nubes y va más allá,
allá donde vacío, oscuridad y silencio,
allá en tu paraíso, te guardan, por siempre,
entre las estrellas, a ti, a ti…
Silencio... tú...
que callas y cantas.