inefable

Eres para mí un azul diamante, de color sereno y veteado. Podría elegirte si del mundo fueras, pero si allá fuera hay algún mundo no dudaría que a la mano de una diosa pertenecieras y que los brillos de sus ojos en ti guardaras. Azul por tu sonrisa, sereno por tu estampa esbelta, veteado cual los cabellos con que los ángeles del aire juguetean. ¡Ay, si fueras de este mundo!: secaríanseme las lágrimas para no llorar más de las nubes de los grises pensamientos. Pero sé que no he de poseerte, así que no seas de este mundo, pues sólo tocarte sintiendo tus dorados resplandores básteme para asomar mi corazón al cielo y así mi sol en mí se mezcle conformando con vos un mundo de azul celeste y de rojo infierno. Pues ya sé donde estás, mi azul diamante, que no es tu anillo para adornar un dedo, aunque corazón sea, sino que eres el eterno brillo de amor, olvidado sólo por mi amante y no amado miedo, ese eterno brillo que navega en las profundas simas oscuras del corazón, allá donde sólo alcanzan los niños, llevados por sus sueños...



10.8.11

Te veo, te veo callada y quieta, y callada y quieta permaneces tú, como en dos alas adormecidas transmutada. No ha de haber sueño extraño que te angustie ni grito infame que te turbe, porque no hayas de despertar, porque en el mundo en que todo duerme, todo surge y todo existe, y todo es posible entre tus manos. Sin ese sueño tuyo infinito no sería el mundo más que su propia sombra. Sabe que a mis oídos parece llegar el susurro de blancas fuentes que me arrullan, y un aroma de dulces esencias en que se pierden mis sentidos se aloja en mis entrañas y conforma tus contornos mientras brisas como vientos rozan y mecen tus plumas y me elevan y me hacen volar. Así vuelan las musas que, como tú, la mía, cantan y abren las arcas de los secretos e hilvanan en tapices de oro y de plata palabras que hablan de lo inaudible, palabras que hablan de lo invisible, la palabras que hablan... de lo inefable.

20.5.11

Soy la que surge de los sueños de la tierra húmeda
que se elevan invisibles de los campos y praderas
y se hacen realidad para adornar el cielo.

Soy la que se deja arrastrar por los deseos del viento,
la que se aparta y deja al sol brillar sereno,
la que lo cubre en días de llorar amargo.

Soy la que se consume como un pensamiento suave,
la que se transforma sin sentir dolor alguno,
la que dice sin voz, la que habla sin palabras.

Soy de la tormenta la guarida
donde duermen sus pesares
que despiertan ruidosos.

Soy blanca luz pintada en lienzo azulado
por los trazos primorosos
de unas manos divinas.

He encendido el Sol y he arropado a la Luna.
Tú me has visto mil veces, pero…
¿me has mirado alguna?

1.4.11

Tú, Silencio, que callas y cantas,
aunque ahora que hablo no estés conmigo,
eres para mí como ese grito infinito
que no necesita del consuelo del aire,
que clama mudez ahogado en un
inmenso vacío de secretos.

Has de ser tú como esa única palabra
que entre un millón no existiría,
o que existiendo en un millón de lugares
se hallara velada y escondida.

Tus manos, Silencio…
tus manos han de ser como un destino
que todo lo agarra dulcemente, sin decir nada,
y que nada más que sosiego y quietud ofrece.

Tu mirada, Silencio…
tu mirada… diría yo…
ha de ser tan pura como ese primer beso
que un alba le da a un mundo,
tan tierna como los arrullos del crepúsculo
al sol que pronto dormirá.

Y tu voz, Silencio,
tu voz ha de ser tan semejante
a esos plácidos versos de plata cantados por la luna
que en las noches yo enmudezco en deseos de escucharla.

Tu dolor, Silencio…
¡tu dolor ha de romperte tan cruelmente
como una piedra quebranta un cristal puro
y lo inunda de grietas y lamentos!

¡Y tu belleza, Silencio…!
tu belleza...
ha de ser como la de esa mirada
que se eleva desde un alma al cielo
buscando al Amor o a los astros,
o como ese rezo indeleble que la Naturaleza
dedica inmortal al mundo,
que atraviesa las nubes y va más allá,
allá donde vacío, oscuridad y silencio,
allá en tu paraíso, te guardan, por siempre,
entre las estrellas, a ti, a ti…
Silencio... tú...
que callas y cantas.

29.3.11

Podría haber sido... voz de torrente tumultuoso,
mecer suave de tranquila brisa,
terciopelo oscuro de una noche cerrada
o ese halo albo de la luna llena, nivoso.

Pudiera haber sido densa nube que apaga el sol y lo saluda,
recodo que descubre el final del sendero,
sombra fresca que alivia el suelo pedregoso,
o aureola fugaz, silenciosa y muda.

Podría haber sido... incierta bruma en el alba,
el desaparecer de una gota de rocío,
vista abrumadora desde alta cima,
o el morado pálido de la malva.

Pudiera haber sido claro chillido entre alas de águila,
o ese momento que no existe entre el hielo y el agua,
cualquiera de los deseos de un pájaro
o un rizo de una laguna plácida.

Podría haber sido... fragor tardío de una tormenta lejana,
hoja desprendida en el viento
o el postrer sonido de una última gota de lluvia
o quizá... un solo grano de cualquier montaña.

Pudiera haber sido... la sutileza elegante de la espiga,
lisura de pradera alfombrada,
zumbido de diligente abeja
o simplemente... simple huella de hormiga.

Podría haber sido... pluma de autillo ululando en la noche oscura,
rama que acoge a un nido,
hojarasca en el bosque de otoño
o hiedra que crece en la espesura.

Pudiera haber sido el musgo que arropa a la piedra,
la quietud de un valle en su sueño
o quizá un reflejo en el agua
o simplemente... un puñado de tierra.

Podría haber sido el gozo de las nubes cuando las pasea el viento,
haber sido como el color del cielo en el ocaso,
haber sido inalcanzable como el horizonte,
haber pasado... como pasa tel tiempo.

Pudiera haber sido...
lo que la luna le canta a una estrella.
Mas haber podido ser su reflejo...
¿cómo podría haber sido
ni tan siquiera?

21.3.11

Tu voz es azul
y azules tus ojos.
Es azul tu luz,
azul tu silencio
y azul es tu rostro.

Es azul tu aroma
y azul es tu aliento.
Son azules tus días
y azules tus sueños.

Azul tu tristeza,
azules tus lágrimas.
Azul tu sonrisa
y azul... tu belleza.

Azul te veo, azul te pienso,
azul te huelo, azul... te siento.
Azul te pierdo, azul te encuentro;
azul te espero y azul te sueño.
Azul te quiero
y azul te deseo.
Azul es tu nombre...
azul... como el cielo.

Es azul tu lisura
y azul tu aspereza.
Es azul tu dulzura
y azules tus tormentas.
Azul es tu calma,
azules tus olas.
Azul es tu alma
y azul... tú sola.

Son blancas tus playas
y blanca es tu espuma
y es blanca y callada
ésa... tu mojada luna.

Ese azul de ti me empapa
porque azul es tu amor.
Oí decir que Mar te llaman,
pero no sé... cuál es tu color!

9.3.11

De piel ligera revestido tu rostro,
de túnica esbelta vestida tu forma,
liviano ondea tu ser caprichoso
por entre los pliegues leves de tu sutil presencia.

Habré de llamarte bruma
o habré de decirte niebla,
pues de todas mis otras palabras...
¡ninguna!
escapa de mis labios como tú,
volátil y etérea.

19.2.11

Déjame a mí que diga,
déjame a mí que hable;
pues cuando esa inquietud te persiga
acude a mí para expresarte,
y tómame como una amiga
que sólo quiere ayudarte.

¿Pensaste una historia realmente,
o una fábula de animales?
Deja que las semillas de tu mente
se siembren con palabras y frases
en la tierra fértil de los papeles.

¿Que un relato despertó tu musa,
o aquella leyenda tu inspiración?
¿O ese cuento de hadas fue la excusa
que encendió tu oculta pasión?

Pídele consejo a la escritura
para que escriba por ti la partitura
de tu música interior,
y aprende después la destreza
de escribir como aquel escritor
que sintió reflejar la belleza
cuando una palabra escribió.

30.1.11

No sé si son las nubes las que lloran cuando llueve
o es acaso el cielo el que llora por estar alegre,
pues cuando me tocan esas lágrimas
a veces veo unos sueños en los que el mar se agita
y otros en los que sus olas duermen.

A veces veo las gotas como pétalos de flores descoloridas
y a veces como estrellas que brillan
y caen y siembran amor en la tierra.

Llueve, y al llover no sé si escucho mi pesar o mi contento.
¡No sé qué clama la lluvia en el suelo!


Mas en esos días de corazón nublado
tarde o temprano asoma el sol de nuevo
y pronto tengo otros sueños,
como aquellos en los que me roza,
pintada de paz,
la seda de su tacto.

23.1.11

Una noche tuve un deseo y me dije:
“Hasta Saturno he de acercarme una noche
para pedirle prestados sus anillos.
Le diré que es mi deseo mostrárselos
a otras lunas perdidas y a las remotas galaxias
y a las veladas nebulosas
y a las lejanas miríadas de estrellas.


Y me dirá Saturno… que los cuide…
y me nombrará su heraldo.


Yo llevaré sus anillos en el corazón,
no sólo en el de mi dedo, sino en el de mi pecho,
y rebasaré los límites del dominio del Sol
para hablarle al Universo…
de la saturniana belleza, y me alejaré…”





Una noche tuve un deseo y me dije:


“A Saturno regresaré esta noche
para devolverle sus anillos,
y le diré que,
por ellos,
el Universo se ha estremecido”.

8.1.11

A través de mil bocas arboladas
te he procurado el aire que te ha insuflado vida.
A través de mil raíces enterradas
he hecho fértiles tus campos.
A través de mil verdes esmeralda
he hecho bellas tus visiones.

Creí…creí que querías vivir,
que fuera fértil tu vida
y esmeralda el verde de tu admiración.

A través de mil olas mojadas
le dije a las nubes que te regalaran el agua…
pero has manchado su cielo y las nubes se apartan
y lloran con tal desconsuelo que su tristeza te desborda.

Y a través de mil orillas cristalinas y espumadas
deseaba hablar contigo,
mas has manchado mis deseos
con el tumor espeso del alquitrán negruzco.

Creí…creí que deseabas empaparte
de mi esencia y mis palabras.

A través de mil alas emplumadas
quería hacer volar tus sueños,
y a través de mil ojos mojados
sumergirte y mostrarte mis más profundos secretos.
Mas mil pájaros sin plumas han caído
y mil peces inocentes se han ahogado.

Creí…creí que desearías compartir conmigo
el fruto de mis pensamientos.

A través de mil ríos ondulantes
quise llevarte de las montañas a los mares,
pero ya mi sangre se ha oscurecido
y mi corazón no es ya más que un débil latido
porque has vertido el veneno de tus fábricas
y has parado el correr de mis sentidos.

Creí…creí que te habría alegrado viajar conmigo
y sentir el fluir de la vida.

Ojalá llegase el día, ese día en que terminaras de contar
todos y cada uno de los granos de arena
de mis mil playas blancas.
Entonces encontrarías el más pequeño, el más insignificante.

Sabe, pues, que yo soy mucho menos aún
en este universo infinito,
pero el más bello de todos sus luceros, te lo aseguro,
porque jamás llegarás a verlos todos
ni jamás alcanzarás el más cercano.

¿Qué será de ti, entonces,si no me quieres?
¿Dónde encontrarás tu refugio?
Pues quizá no serán las nubes las que lloren sin consuelo,
ni las olas las que se alcen como torres desalmadas.

Quizá no será el viento aullador y frío
el que me azote enfurecido,
ni las rocas las que se quiebren en mil pedazos.

Quizá no será la tierra la que tiemble atormentada
ni el abismo el que se abra hasta un fondo interminable.

Quizá no serán los árboles los que se derrumben
doblados de tristeza por el viento de la nada
ni sus hojas las que pierdan su verdor incandescente.

No. Quizá no.
Quizá no serán ellos.
Quizá hayas de ser tú mismo: ¡Tú!
quien eleve esos lamentos en su ausencia.

2001