como si colgando de un cordel invisible
quisieras mostrarme cuán inmensa es tu elegancia;
tú, dibujada por ¡cuáles manos sabré yo!
creadoras de esa forma tuya pintada de un color
desconocido allá en el mundo,
como de una sublime sutileza,
más perfecta tú que esas siluetas
que aún no he podido imaginar
ni jamás tampoco.
Son tu estampa esbelta,
tu sinuosa figura curva
tu delicado escorzo
y tu sutil presencia
los que se han grabado sin remedio
como eternos recuerdos en mis ojos,
prendados de admiración.
Cuéntame tú cómo siendo ahora
ínfima parte de ti misma
has logrado estremecer mi alma aún más
que cuando ayer, que fuiste llena!
Cuéntame... ¿por qué?
¿Por qué menguas y menguando
creces aún más en belleza?
¿Acaso te arropas en ese azul que se va apagando
para buscar tus sueños y dormir la noche?
O quizá... quizá tan sólo buscas
una flor en el cielo
para regalársela a las estrellas
y ganarte así
la blanca sonrisa de sus destellos.