En cada hilo transparente que enhebra
con sublime delicadeza
los velos fluidos y mojados
de vuestras frágiles aguas,
¡oh torrentes y arroyos!,
es donde se ensartan esas vuestras perlas
que a las riberas verdean
y en los cauces ablandan las sumisas piedras
con el sutil tacto de su inmortal
y armonioso movimiento.
Entusiásticos heraldos de las cimas,
¡qué pasión traeréis en arrebatador descenso
que si callarais… moriríais!
¿De qué fuente insaciable procedéis
y en qué noche hallaréis el sueño
si es que no lo dormís ya,
como en un infinito ensueño
del cual ya no despertéis?
Admiradas por vuestra hermosura
os engalanan las ninfas en la perenne fiesta
con el blancor de unas flores de color de espuma
mientras yo,
escuchando el candor de sus voces,
caigo en su sortilegio:
¡quizá claman llantos
por vuestros tormentos...!
o quizá...
quizá cantan por vuestro amor,
que fluye inextinguible y eterno.
inefable
Eres para mí un azul diamante, de color sereno y veteado. Podría elegirte si del mundo fueras, pero si allá fuera hay algún mundo no dudaría que a la mano de una diosa pertenecieras y que los brillos de sus ojos en ti guardaras. Azul por tu sonrisa, sereno por tu estampa esbelta, veteado cual los cabellos con que los ángeles del aire juguetean. ¡Ay, si fueras de este mundo!: secaríanseme las lágrimas para no llorar más de las nubes de los grises pensamientos. Pero sé que no he de poseerte, así que no seas de este mundo, pues sólo tocarte sintiendo tus dorados resplandores básteme para asomar mi corazón al cielo y así mi sol en mí se mezcle conformando con vos un mundo de azul celeste y de rojo infierno. Pues ya sé donde estás, mi azul diamante, que no es tu anillo para adornar un dedo, aunque corazón sea, sino que eres el eterno brillo de amor, olvidado sólo por mi amante y no amado miedo, ese eterno brillo que navega en las profundas simas oscuras del corazón, allá donde sólo alcanzan los niños, llevados por sus sueños...