inefable

Eres para mí un azul diamante, de color sereno y veteado. Podría elegirte si del mundo fueras, pero si allá fuera hay algún mundo no dudaría que a la mano de una diosa pertenecieras y que los brillos de sus ojos en ti guardaras. Azul por tu sonrisa, sereno por tu estampa esbelta, veteado cual los cabellos con que los ángeles del aire juguetean. ¡Ay, si fueras de este mundo!: secaríanseme las lágrimas para no llorar más de las nubes de los grises pensamientos. Pero sé que no he de poseerte, así que no seas de este mundo, pues sólo tocarte sintiendo tus dorados resplandores básteme para asomar mi corazón al cielo y así mi sol en mí se mezcle conformando con vos un mundo de azul celeste y de rojo infierno. Pues ya sé donde estás, mi azul diamante, que no es tu anillo para adornar un dedo, aunque corazón sea, sino que eres el eterno brillo de amor, olvidado sólo por mi amante y no amado miedo, ese eterno brillo que navega en las profundas simas oscuras del corazón, allá donde sólo alcanzan los niños, llevados por sus sueños...



27.6.10

La melancólica Reina Tristeza
un corazón cortejar quería
no sin antes tener la certeza
de la ausencia de la Dama Alegría.

Quizá fuera la causa de su belleza
que fuese galán por ambas deseado
pues su hermosa forma era de tal rareza
que nada más le era igualado.

También acaso el galán, sobrado de riqueza,
fuera por Reina y Dama codiciado,
siendo verdad que, por su nobleza,
así mismo le amaran por admirado.

También será que ni contento ni realeza
bastan para la felicidad
pues sólo el poder del amor y su grandeza
son los medios para tal finalidad.

Incluyo aquí con agudeza
también a la Reina o Emperatriz
pues ¿quién dice que la Tristeza
no está triste para ser feliz?

Así que atendiendo a su naturaleza
las dos alcanzan mi pecho
ofreciendo con delicadeza
presentes por un lugar en su lecho.

Sonriendo con sutileza
regala sonrisas la Dama;
llorando con desconsuelo
la Reina su reino y su alma.